En la Puerta del
Sol de Madrid, ante la sede del gobierno de la Comunidad autónoma de Madrid,
una placa señala el km. 0, punto desde el que se miden todas las distancias del
Reino de España. Desde hace un tiempo, ese punto de fuerza geométrica y
turística, indicó también otro origen: el del movimiento 15M.
Sin pararnos a
relatar sus motivos y sus acciones, de las que hemos sido testigos a través de
los medios, y del framming del que ha sido objeto citado movimiento, nos
centraremos en realizar cierto análisis de su origen con una función concreta:
dar forma a su devenir, averiguar las futuribles consecuencias de estos
movimientos sociales de carácter mundial. O mejor dicho, contestar a la
pregunta ¿Qué será del 15M, y de sus hermanos en otros lugares del mundo, en un
futuro?
Dando una
respuesta al primer punto de nuestro análisis, innumerables son las
definiciones que se han dado sobre nuestro español movimiento 15M. Pero sin duda todos han
coincidido, con tilde negativo o positivo, en especificar “gramaticalmente” el
movimiento como un acontecimiento. El
hecho de ser reconocido como acontecimiento, algo que por definición tendría
una temporalidad breve, hizo que se
favoreciera una lectura rápida y la urgencia de una interpretación.
Innegablemente esta estuvo marca por el marco de los medios de comunicación y
por ende cargada de constataciones políticas, desde los ambos bandos de nuestro
país. Nuestras dos Españas.
Para unos
alborotadores, rebeldes sin causa y peroflautas. Para otros la justificación de
la represión del “capitalismo” opresor. Y a este barco de parodias se subieron
muchos, en afán de querer dar forma a un movimiento que por si no lo tenía.
Sin embargo
están intenciones que se quedan en una primera y única mirada trivial del
“acontecimiento” no profundizaban en su definición ni en su función, y por
tanto tampoco pueden (Y así ha sido) vislumbrar sus consecuencias. Pocos fueron
los que se atrevieron a proyectar una función (un origen) y por tanto, no solo
un patrón de comportamiento, sino un camino a seguir de los 15M repartidos por
España y todo el mundo. En el origen del 15M no hay una ideología ni una pasión
definida, sino una materia que esperaba su puesta en forma: un estilo, la
memoria de una política futura.
Al igual que el
virtuoso del violín, que trabaja su pentagrama y su instrumento, para alcanzar
la melodía perfecta, pero que en el camino ha dejado mucho esfuerzo y errores
en sus ensayos, ocurre con los movimientos sociales actuales. De hecho la
historia humana por aquellos años de la caída del Antiguo Régimen nos lo
demostró. No se trató (ni se tratará hoy día) de un cambio espontáneo por
consecuencia de un solo acto, sino que hasta la toma de la Bastilla como
símbolo de la “caía” de este sistema, se dieron años, e inclusive siglos de
cambios socioculturales alrededor de los estamentos de la época. Y es lo que
acontece al 15M: Un cambio, o la intención primera de un cambio social.
La sociedad
actual se encuentra saturada. Raro es el día que no se expongan los desajustes
sociales, las desigualdades que ha producido la aldea global, así como una
crítica al estado de bienestar que tanto enamoramiento social a producido en
los últimos dos siglos. Consecuencia de esta saturación son la rabia que
produce la anomia cultural de no conocer el porvenir de nuestra colectividad,
motivos ejemplo por los que se ha dado el 15M. Y mismos motivos en los que
encontramos el 15M.
El devenir
futuro de estos movimientos es, y será, a no muy largo plazo un cambio social,
no por la búsqueda de la mejora laboral ni por la lucha de los derechos
humanos, antaño ya lidiados, sino por la certidumbre que se respira hoy día en
nuestra sociedad, especialmente un nuestro mundo occidental.
No conocemos en qué se van a convertir los movimientos
sociales, porque de hecho no somos psicohistoriadores de Asimov, capaces de
predecir el comportamiento social con 3 milenios de antelación. Y mencionando a
grandes escritores y divulgadores científicos, no podemos dejar a parte la opinión
de José Luis Sampedro, que da forma al prólogo del texto de ¡Indignaos! de Stéphane Hessel, ha mencionado en
varias entrevistas sobre el tema de los movimientos sociales y la actual crisis,
que ante la llegada inminente del capitalismo, con avances como las cartas de
navegación modernas y las armas de fuego, nada pudieron hacer los señores
feudales empelando la protección que les ofrecían los muros de sus fortalezas.
No por falta de recursos o de medios. Tampoco por la inexistencia de nuevas
ideas sobre el advenimiento de un “Nuevo Mundo” descubierto, sino por la
certidumbre que producen acontecimientos como estos en los cimientos de una
sociedad fundada y acostumbrada a un funcionamiento rutinario. Por el miedo al
cambio.
Ante esto, recalcamos que nos encontramos ante los primeros
pasos de un cambio global, que afectará a todas las esferas de nuestro mundo
como lo entendemos y como lo hemos diseñado. O más bien ante una ruptura, una discontinuidad
con el patrón conocido, un espacio de imprevisibilidad, producido por la anomia
en la que vivimos, que se abre en la línea del tiempo. Hecho que permitirá la
creación de un nuevo entendimiento de sociedad, pero del cual, como menciona la
Biblia en Mateo 24:36; De aquel día y
hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el
Padre. Sin embargo, en acontecimientos como el 15M, lo que si
vislumbramos son los primeros pasos de este nuevo entendimiento social.
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