"Como un sauce al lado de vastas aguas". Ezequiel 17:5

miércoles, 29 de febrero de 2012

Un recuerdo. Que no una reminiscencia

Triste el recuerdo del “yo” olvidado. Donde melancolía esconde ese sentimiento rendido, antaño roto por la poesía barata de un tercero, que en belleza convierte la mentira, y el fraude en desafuero.
Y te arranca la vida. Y lo que es peor, las ganas de vivirla. Porque es su falacia anodina el deseo de arrebatarte ese mismo, el deseo. De albergarlo. De abrazarlo. De llevarlo a cabo en beso con la vida. Como una nota perdida, recordada en un momento “instante” que convierte el todo que nos rodea, en el algo robado.
Pero las ganas de volver del “yo” nunca murieron. Nunca lo lograron.
Pero es también veraz que, en momentos “instantes” como estos, la esperanza, enseñada por lugar del deseo, llama a la puerta del alma sin consuelo.

Semiótica y cultura

  • Cultura y semiótica; Umberto Eco. “Semiótica y cultura”, Texto conferencia en el Circulo de Bellas Artes el 19 de mayo de 2009 con motivo de la entrega de la Medalla de Oro del CBA; “Los límites de la interpretación”, publicado originalmente en la Revista de Occidente, 118 (Marzo 1991) pp. 5-24.

Comentario y análisis
En las conferencias bajo el título “Semiótica de la cultura hoy” Umberto Eco profundizó en la interpretación e investigación de dos términos interconectados: “la lógica de la cultura” y el concepto de “enciclopedia” como factores fundamentales para entender el mundo. Tras su indagación y desarrollo en estas páginas, intentaremos no solo dar a conocer el punto de vista del escritor sobre estos argumentos, sino que también los relacionaremos con otros aspectos del estudio de la semiótica estudiados durante el curso, como la Semiosfera (Yuri M. Lotman) y el análisis del texto o discurso como el objeto central de esta.
Empezando por una posible “definición” de cultura, Eco en las líneas de su discurso nos hace ver que no es tan importante esta definición para su estudio como si lo es su objetivo formal, la función de la cultura en la sociedad y más aún en el ámbito empírico de la semiótica. Así señaló que esta actividad de la cultura no es sólo conservar cosas (Textos o hechos), sino también saber desecharlas, indicando en este sentido como un ejemplo, que una biblioteca es la imagen representativa de una cultura de una sociedad no sólo por los libros que tiene, sino también por los libros que no ha querido tener. Y en esta línea la tarea de la semiótica es de suma importancia ya que plantea la hipótesis de que la competencia lingüística es siempre parte de la cultura de la humanidad y por tanto va ligada a esa biblioteca ficticia (Enciclopedia de la cultura de la que habla Eco) que permite establecer distinciones entre los conocimientos lingüísticos y los conocimientos sociales y culturales.
Es precisamente que estos conocimientos (tanto lingüísticos como culturales, aunque especialmente estos últimos) son materia de enciclopedia por lo que en ellos se remite a una representación general del saber y del mundo. De esta manera la enciclopedia, en un sentido antropológico,  sería aquella cuya ocupación es la de englobar todo lo que un grupo social sabe sobre el mundo, y por ende permite a los miembros de ese grupo entenderse con su entorno y con sus componentes.
Además por estas interacciones y por el devenir cultural del mundo, decimos que la enciclopedia siempre está atada a nuevas interpretaciones en función de los contextos y las circunstancias sociales y semánticas. De ahí que Eco relacione el término de enciclopedia con el principio peirceano de la interpretación, y por tanto de la semiosis ilimitada, haciendo de la enciclopedia un elemento “local” más bien que “global” e infinita porque es tomada y revisada constantemente.
Sobre el término a definir, el semiólogo diferenció entre los conceptos de “Enciclopedia Máxima” y “Enciclopedia Media”. La Enciclopedia Máxima que sería aquella que inspecciona o reconoce no solo que es considerada como “verdadero”, sino todo aquello que se ha dicho socialmente y que se ha podido aceptar una sociedad como verdadero a pesar de ser algo imaginario. Para explicarlo se puede ejemplificar en la diferencia de dos personajes real y ficticio: Se puede buscar a Napoleón, pero también se puede buscar a Don Quijote, atribuyéndoles a ambos las propiedades históricas y semánticas que los siglos les han dado. Así la Enciclopedia Máxima es la concepción de una idea reguladora o como el conjunto completo de lo que se ha dicho en la humanidad, y que tiene una existencia material ya que todo este conocimiento está materializado en la cultura humana (Libros, arte, testimonios, etcétera).
Para entender y clarificar el término de Enciclopedia Media, Eco hacía referencia a su libro Kant y el ornitorrinco en el cual diferencia entre el Contenido Nuclear, el que engloba los conceptos más básicos, del Contenido Moral, el que va más allá, al campo especializado. Por ejemplo, cualquier persona puede identificar las propiedades básicas de un ratón (Mamífero, roedor, etcétera) pero solo un naturalista puede indagar profundamente en esta propiedades. La Enciclopedia Media sería aquella genérica que pueden compartir tanto el naturalista del ejemplo como un hablante común, ya que contiene la información necesaria de lo que se considera útil o pertinente y se identifica con los contenidos de una cultura dada. Encadenada a esta nacería la Enciclopedia Especializada, centrada en algún campo cultural o semántico en concreto, cuya recopilación completa construiría la Enciclopedia Máxima.
En otro nivel, y mucho más relacionado con la interacción social y lingüística entre pares, estaría la Enciclopedia Individual que representa los conocimientos enciclopédicos de cada individuo. Este concepto lo encontramos definido en algunas teorías sociológicas como la “imaginación sociológica” (Wright Mills, 1970)  que consiste en distanciarnos de los hechos sociales más cotidianos para el individuo y como muchos de estos cuentan con una realidad mucho mayor y general en los acontecimientos de la cultura común. Nos referimos aquí al conocimiento de aquel que habla, ya que en las interacciones sociales a sus miembros se les presupone ciertos “saberes”, aunque, como veremos ahora, es imposible englobar o contener todo el conocimiento cultural en un individuo o en un compendio de saberes.   
El arte de olvidar ocupa la mayor parte del discurso de Eco en cuanto a la semiótica y la cultura. Para hacer frente al exceso de información, hay “una necesidad de olvidar”. Así, añade, el exceso de memoria conduce a confundir las ideas. Es fundamental, por tanto, “no sobrecargar la memoria colectiva”. Y pone un ejemplo: “¿A quién le interesa conocer los nombres de todos los hombres que combatieron en Waterloo? ¿No es más sencillo informar sobre el hecho en cuestión?”. De ahí el análisis del daño que puede llegar a producir el exceso de estudios históricos, que en algún momento pueden llegar a avasallar la memoria de la cultura, tornándola en pesarosa, inadecuada o desvirtuada.
Esta circunstancia se da de hecho en nuestro día a día con herramientas informativas como internet. El propio Umberto Eco, entrevistado tras ser nombrado Doctor Honoris Causa por la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla afirmó que Internet es una "especie de parodia de la enciclopedia que reúne todo el saber del mundo, porque incluye también información falsa", por lo que consideró que el medio ha "fracasado en su intento por ordenar el conocimiento del mundo disponible".
Es por ello, que Eco en las líneas de su discurso nos deja vislumbrar el reclamo a los lectores de textos, a los investigadores y a los encargados de procesar la cultura, la memoria y el saber de la humanidad la necesidad de generar y elaborar una técnica de “Arte del Olvido”. Y esta tarea tendría una importancia capital debido a que demostrado está la imposibilidad individual de albergar todo conocimiento, pero si está en el poder de las sociedades y culturas no solo transmitir las informaciones que sirven para su supervivencia, sino también para cancelar la información que se considera excedente. Un ejemplo de este ejercicio de cancelación cultural es habitual en el ámbito de las publicaciones y divulgación científicas (Enciclopedia Especializada), donde los contenidos de temas tratados con anterioridad y revisados a día actual, no son salvaguardados, o ni siquiera considerados, como está ocurriendo en estos últimos meses con toda la nueva información obtenida de los nuevos experimentos en el CERN en relación a los neutrinos podrían ser más veloces que la luz, cuando en años anteriores se daba por imposible dicha afirmación.
Pero este ejercicio de “Olvido” es también aplicable a la Enciclopedia Media. Esta nos garantiza el recuerdo de grandes hechos históricos (La batalla de Waterloo) o elementos fundamentales de las leyes físicas (Teoría de la relatividad de A. Einstein) pero deja a margen gran cantidad de información que la colectividad (la sociedad en acuerdo cultural) ha considerado apartar por no creerla útil o pertinente. Como menciona el propio Eco, se trataría de olvidos utilísimos para no sobrecargar aún más la capacidad de la memoria colectiva.
Desde un punto de vista antropológico esta acto de olvido o de filtrado y selección de información no depende de la voluntad individual de un sujeto, sino que es un acto consciente de voluntad colectiva por el que se ha establecido un inercia de “reserva” de conocimiento cultural, en acuerdo con lo que Donald Brown (1991) llamó “universales humanos” o “universales culturales” termino que se utiliza para referirse a valores y creencias especificas que se encuentra en todas o en la mayoría de las culturas.
Concluye que la cultura no hace, por tanto, otra cosa que seleccionar los datos de su propia memoria. Y esta es una de las ideas en las palabras de Umberto Eco que nos llevan a ligarlo con el estudio del texto y del discurso visto en clase, en torno al problema de las culturas, ya que los textos no son sino herramientas con las cuales y a través de su interpretación, permiten desarrollar y transformar esas mismas culturas.

Conclusiones
Como comentábamos existe una relación paralela entra la conciencia individual de memoria, el texto y la cultura y su progreso. A su vez, el objetivo de la semiótica es describir (mediante metalenguaje) los discursos que atraviesan la sociedad, y explicar qué hacen con su actividad discursiva.
En la mayoría de los casos  estos discursos (Su análisis e interpretación) llegan a formar parte integrada de la cultura de la humanidad, porque el texto (escrito y oral) es considerado por “Batjin”(1977, 197) como el dato primario de todas las disciplinas (Teología, Filosofía, Matemática, etcétera). Por lo que el texto es la única “realidad inmediata” sobre la cual pueden fundarse esas disciplinas y su pensamiento, dando lugar a la cultura y a su posterior almacenamiento (“Listas” como explica Umberto Eco).
Como hemos aprendido en semiótica durante este curso, es el texto el juez de la acción enunciativa, y es el único que puede juzgar las interpretaciones que se le procuran. El texto establece sus propias estrategias que contemplan las previsiones del lector. Entendemos por esta afirmación que cada discurso (cada texto) se presenta a sí mismo de determinada manera, orientando su lectura a un tipo de interpretación, y en el caso que nos ocupa a generar un tipo de cultura que deberá ser entendida, transmitida y almacenada. Además de establecer cierta relación con los lectores, existen en el texto otros niveles de actuación que dan relación entre este y sus lectores, como es la acción enunciativa, que define y califica al texto y por ende a sus interlocutores. Esta labor cooperativa lleva al destinatario a extraer del texto lo que el texto “no” dice (pero que si presupone o implica) rellenado los espacios vacios de la interpretación entre el texto con su tejido intertextual. Es decir, como término clave, que el texto necesita de alguien para que lo ayude a plasmar su función.
Los textos, concluimos por lo visto hasta el momento, son “hechos”. Son algo precursor de lo que será la cultura posteriori. Y es propio a su interpretación, aunque como sostiene Eco, los textos están dominados por el principio peirciano de la interpretación (semiosis ilimitada). Y por ende lo está la Enciclopedia. En este aspecto es en el que profundizaremos en relacionar las interpretaciones de la cultura de las que habla Umberto Eco con la Teoría de la Semiosfera de Lotman.
Para Eco, la definición de los límites de la interpretación es la materia de “negociación”, como ha ocurrido, por ejemplo, con la definición del ornitorrinco y que desengrana en su obra “Kant y el ornitorrinco”, un animal que se encuentra en todos los límites de la naturaleza, y que por convenio cultural se ha definido como un mamífero semiacuático, a pesar de poner huevos. Pero esta semiosis ilimitada no nos ha de llevar a la conclusión de que no tiene ningún criterio a seguir para la obtención de semiosis, de significado formal. Más bien nos lleva a entender que todos los textos tienen un sentido, incluso cuando estos son muchos o su interpretación no es clara. Para entenderlo, volviendo de nuevo a las actitudes de estudio pierciano hacia los textos o hacia el mundo, hemos de desarrollar un signo de “sospecha” en el entendimiento de los discursos sociales, ya que es el entorno a estas fronteras (límites de la semiosis) donde se genera la cultura.  
Ya que la enciclopedia y sus textos son el medio por el que podemos dar razón de la vida de una cultura como sistema semiótico interconectados, esta acción de relación y de interpretación la podemos estudiar a través de la Semiosfera como un “sistema de modelación cultural” y de sus “fronteras”. En el centro de una de las esferas, encontramos lo que por convenio debe ser (Semiosis) mientras que fuera se encuentra lo que no está aceptado (no semiosis). Sin embargo, lo novedoso se genera en la periferia, la interpretación cultural. Cuando lo novedoso aparece, intenta penetrar en la esfera, pero al mismo tiempo va expulsando cosas del interior de la misma, porque pierde la calidad de innovador. Es decir, la cultura se crea en base a la relación entre la propia cultura existente y su enemigo, aquello que está fuera de la cultura, y que todavía no ha sido interpretado como tal.
Nos encontramos por tanto ante un ejercicio de “Arte de Olvidar”, o de latencia de la Enciclopedia, en el que las culturas han aligerado su “memoria” desechando algunas nociones y recogiendo nuevas, para la supervivencia de la sociedad y de su cultura. Y estas acciones se han dado en la frontera de la semiosis, donde esta franja es movible, penetrable y produce la innovación.
Pero cada resultado derivado de la ruptura de las fronteras y de la creación de una nueva semiosis en la Enciclopedia de la cultura, debe a su vez ser interpretado. Y aquellos que han sido objeto de “olvido” deben de innovarse, ya que el verdadero problema al que Eco pretende dar solución con las citadas “Enciclopedias” utilizando la semiótica, no es que las culturas aligeren sus propios conocimientos en post de la búsqueda de nuevos siempre, sino que se puedan recuperar los que han sido sometidos a latencia. Por ello, la idea de la Enciclopedia Máxima es una ayuda para afrontar el vértigo informativo al que estamos sometidos con medios como internet, herramienta de gran utilidad para esta misma tarea de contendor de conocimientos, pero sin sucumbir al vértigo de su laberinto.

Bibliografía
-          Semiótica y cultura, del texto: Umberto Eco 1991 y 2009; Del prólogo: Jorge Lozano, 2009; De la traducción: Mario León y Consuelo Vázquez de Praga, 2009 . Círculo de Bellas Artes, 2009, Madrid.
-          Lozano, Jorge; Peña-Marín, Cristina; Abril, Gonzal. Análisis del discurso: Hacia una semiótica de la interacción textual. Madrid, Ediciones Cátedra, 1986.
-          Giddens, Anthony. Sociología. Madrid, Ediciones Alianza Editorial, 2010.
Webgrafía
-          Umberto Eco: "Internet es una parodia de la enciclopedia porque también incluye información falsa". Madrid, Diario ABC hoy tecnología, 17 de febrero de 2010.

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martes, 21 de febrero de 2012

Desahogo o comienzo de una epopeya

Hace ya tiempo que empecé estas líneas, de aquella manera en ese instante, en que punzante corazón lleno de lagrima viva derramada por la nada, dijo: “Amigo, hasta aquí hemos llegado tu y yo. O te miras al espejo, o seré yo el que te ponga las esposas”. Y escribí. Y lo borré. Porque era un desahogo con sentido pero carente de ilusión. O ilusión había pero no la entendía. Pero amigo, heme aquí ahora encontrando el sentido a lo que no siento sentir y que sin embargo siento. Y eso que siento es lamento, es desahogo, es sexo… Es muchas cosas, pero acaba en una sola: “Ser feliz es tan sencillo como planteárselo”.

lunes, 20 de febrero de 2012

Los Misterios de Japón: El J-Horror (Entrevista a Iker Jiménez)

(Extracto trabajo de investigación "El cine de terror: Sadako releva a Freddy" realizado por: Miguel García Salvadores; Carlos Breijo Linares; Graciela Camiña y servidor)
Iker Jiménez Elizari (Vitoria, Álava, 10 de enero de 1973) periodista licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Europea de Madrid, ha dedicado su carrera profesional como decíamos a la difusión de temas esotéricos y a la investigación dentro del campo de lo “inexplicable”. Galardonado por su fantástica trayectoria en la radio con la Antena de Oro en 2004, destacando su programa en la Cadena Ser, “3 Milenio” (Se emite desde 2001, y hoy sigue en onda), ha publicado 8 ensayos (Enigmas Sin Resolver I y II; El Paraíso Maldito, Fronteras de lo Imposible, Encuentros, Tumbas Sin Nombre, La Noche del Miedo y Milenio3, El Libro) con lo que ha cosechado gran éxito. En la actualidad Iker capitanea también el programa de la cadena Cuatro, “Cuarto Milenio”, orientado hacia temas relacionados con el misterio y el estudio de lo desconocido.
En el tema de investigación al que hemos hecho frente en estas páginas, se ha citado a muchos expertos en el campo del cine de terror y la cultura ancestral del Japón. Pero sin duda, no podría faltar la opinión y valoración de uno de los mejores periodistas de nuestro país en torno al periodismo de investigación de fenómenos parapsicólogos y otros enigmas sin resolver. Este es Iker Jiménez.
¿Le gusta el cine de terror?
Desde luego. Aunque muchas veces las historias reales, o casi siempre, superan a las tramas ficcionadas. Nada tan profundo, ni que cale tan hondo, como los hechos verídicos. El Exorcista, para mi, es el mejor film de terror de todos los tiempos. Soy incapaz de verla a solas. Juega con cosas muy insertas en la mente humana. Y lo hace de un modo magistral y no superado. Y no es por la niña y sus efectos, que eso es lo más superfluo y conocido. Al revés.  Es por cada plano de la trama incluso antes de que se desencadene la "posesión". Todo está envuelto de algo indefinible. Por eso es la obra maestra.
Cine de terror Japonés ¿Exotismo, mitología, o combinación de ambas?
Más que eso. Es una forma de percibir el mundo. Un oriental, mirando un  simple fotograma, no verá lo mismo que un occidental. Su “Visión Holística”, es decir, integradora, con capacidad para observar matices, para ahondar en detalles sorprendentes, es muy superior a la nuestra. Neurocientíficos han hecho experimentos muy interesantes con niños japoneses comparándolos con otros de diferentes nacionalidades. Y, sencillamente, “ven otro mundo”. Genéticamente, y con un pasado tan lleno de sensibilidad ante lo “sobrenatural”, son capaces de percibir elementos -en un paisaje, en un retrato- añadiendo una pátina de fantasía propia que es riquísima a todos los niveles. Un ejemplo sencillo: ¿Por qué nos impresionaban de forma tan especial – a los niños de los setenta- de los “brutos mecánicos” de Mazinger Z? Pues porque bebían de mitos y verdades muy antiguas. Aunque nosotros no lo supiéramos. Y en cada facción, en cada dibujo, estaba la presencia de eso “tan especial” que resumimos como idea japonesa del más allá. Eso son arquetipos del inconsciente colectivo japonés. Que no se parece en nada al nuestro. Pero nosotros nos aterramos con él. Nos parece algo más sobrecogedor. Porque lo entendemos con el subconsciente, no con el consciente. Ahí está la clave. El cine de terror habla a las capas más profundas de la mente.
El fantasma clásico japonés que aparece en estas películas se llama Ju-rei, que significa "alma apenas visible" ¿Cuál cree que es el motivo de su retorno al mundo de los vivos?
Para los japoneses, la venganza. La ira. Una cuenta pendiente. Eso, creo yo, los hace aún más terroríficos. El regreso con el fin de ajustar cuentas.
En su programa mencionan la existencia de leyendas y fantasmas que son los protagonistas de su cine actual ¿Conoce la leyenda de Ringu o alguna otra historia de las ceremonias de Hyakumonogatari Kaidankai ?
Las conozco. Han generado una nueva vía no solo en el cine, sino en el impacto visual. Los remakes americanos, sencillamente, no llegan. Son una manufactura occidental que se desprende de toda magia profunda y ancestral. ¿Y por qué? Pues muy sencillo, porque los japoneses CREEN DE VERDAD en lo que están contando. Y no hay mayor fuerza que eso. Ni el dinero, ni los medios, ni los actores. Creer de verdad es la clave del cine japonés. Si reconstruyes la Catedral de Burgos en Hollywood o en Las Vegas , con muchas luces, cartón piedra, con efectos, estará muy bien para algunos, pero no dejará de ser un garabato tosco de algo grandioso y sagrado en su original. Pues lo mismo ocurre con el cine. Por fortuna. Lo sagrado no se compra ni se puede igualar.
¿Creen que las películas de terror japonesas como The Ring (Ringu) o La Maldición (Ju-on) cumplen los patrones de las leyendas de Ju-rei japonesas?
En lo básico, en el retrato robot y en el comportamiento, sí.
¿Cree que el teatro japonés, el Kabuki, ha influido en su manera de hacer y entender el cine de terror?
Desde luego. Es el germen. La génesis. La representación perfeccionada durante siglos. Aterrar, sorprender, fascinar al público en vivo. Eso lo lograban. A veces con un poco de maquillaje blanco y unos ojos negros profundos, sin vida. Eso bastaba. Eso es suficiente. Eso es lo que llega. Y en el cine también. Con una fuerza que, nosotros los occidentales, desconocemos.
Como reflexión personal ¿Por qué cree Iker Jiménez que el cine de terror japonés nos da tanto miedo en occidente?
Por todo lo que he contado. CREER es la gran clave. Nada oculto, por otro lado. Si uno va a una caverna prehistórica, como las decenas que yo he rodado, puede aterrarse de verdad con algunos monstruos o espectros plasmados en las paredes. Son nuestros Ju-rei. Y siguen dando miedo, porque quienes los plasmaron, con terror sagrado, lo hicieron de verdad. Y si uno intenta comprender lo que significan y abandona el necio racionalismo con el que a veces miramos las cosas que no se han creado para ser racionales, sino para despertar intensas emociones, percibiremos su mensaje de verdad. En un mundo donde parece que impera el dinero, los medios, las celebridades y los efectos, no hay nada tan potente como la verdad. La sacra verdad de las cosas hechas con el corazón y la creencia. La verdad profunda reside ahí. Lejos de los adornos y los 3D. Por eso Japón sigue asombrándonos. No han perdido la capacidad de ahondar en los abismos de su propio inconsciente. Nosotros sí. Nosotros hacemos cine como negocio, como mascarada. Como una fantasía inconcebible en su veracidad. Pero ellos, como siempre, reflejan su mundo con verdad. La verdad del que sabe que lo imposible puede ocurrir a nuestro alrededor. Es una diferencia mágica.